Como todos los años, el pianista de San Petersburgo, afincado en España acudió a la cita del Ciclo de Grandes Intérpretes organizado por Scherzo con la expectación que su presencia al piano siempre suscita. Y no defraudó.

   Sokolov mantiene en silencio el programa que va a desarrollar y lo determina con el tiempo justo antes de la interpretación. Prepara un repertorio único al año y lo pasea por las grandes salas de conciertos de todo el mundo. Esta vez empezó con Bach (cuatro Duettos) y nada menos que la partita número 2 de amplio desarrollo del mismo compositor para pasar a Chopin (un total de siete Mazurkas) y acabar con las Escenas del bosque de Robert Schumann. Ni que decir tiene que todas ellas son piezas formadas por pequeñas partes según la estructura y estilo de la época, en ningún momento largas de duración pero magnificas para exhibir la peculiaridad de cada una, sin aburrir al oyente ni desviarle la atención. El éxito fue rotundo, vivamente aplaudido y correspondido con seis propinas entre las que brilló su modo de ejecutar a Rameau. Grigory Sokolov es hoy en día  uno de los mejores y yo diría del mejor pianista del mundo. Su manera de abordar las piezas, su claridad diamantina su sonido acrisolado y su clarividencia en la interpretación lo consagran a un rango excepcional que hacen de cada uno de sus recitales algo único y espectacular sin derroche de alharacas. Su humildad y seriedad al teclado lo suben sin querer al cielo de los elegidos. Que Dios le conserve la salud por muchos años para poder seguir disfrutando de su arte