Con su director titular, el español Gustavo Gimeno se presentó para el ciclo de Ibermusica con unas obras infrecuentes y variadas. La suite Mi madre la Oca de Ravel, dos obras de Respighi, Fiestas romanas Pinos de Roma y un concierto para órgano de Poulenc. L orquesta vino repleta por tanto de instrumentos para tan variado repertorio.
Hay que decir que la suite de Ravel salió esplendorosamente bien. Y diré lo mismo en las obras de Respighi tan sugerentes y descriptivas imaginándonos Roma en fiestas de la época, donde pidieron lucirse los solistas y concertino de la orquesta. Gustavo Gimeno, que parece tener después de tantos años al frente una perfecta sintonía con sus músicos estuvo atento y suelto a todas las entradas y matices, obteniendo magnífico resultado , especialmente en una partitura como Pinos de Roma , apta para el lucimiento de la `paleta de colores orquestal ( recuerdo que el director Sergiu Celebidache la tenía en su repertorio cuando quería poner en movimiento a toda una orquesta completa) logrando un éxito que fue cálidamente aplaudido al final con entusiasmo.
Entre medias el Concierto para órgano de Poulenc, Obra desconocida para mí y que solo tuvo el mérito de escuchar las posibilidades del monumental órgano del auditorio Nacional, en impresionantes tutti cuando tocaba. Por lo demás esbozos entre solista y orquesta y melodías plagadas de tristeza. A mí no me entusiasmó (debería escucharla más veces) pero creo que no me la llevaría a una isla desierta.