Madrid no para. Musicalmente hablando se encuentra en muy buen momento. Para muestra cuatro botones.
El día 3 del presente mes de abril se presentó en el ciclo de lied que propone el Teatro de la zarzuela el joven barítono André Schuen para desgranar un programa dedicado íntegramente a Johannes Brahms. Las canciones (15) de la bella Magelone ejecutadas sin interrupción en un alarde de estilo, dicción y capacidad de resistencia que ya muchos quisieran. El intérprete es muy joven y le espera, si la sabe recorrer inteligentemente, mucha y esplendida carrera por delante. Le acompañó magníficamente el pianista alemán Daniel Heide con oficio y atención al intérprete. Un éxito total.
Dejando pasar la Semana Santa Javier Perianes ofreció un espléndido recital de piano. El intérprete ya es universalmente conocido y reconocido como uno de los grandes del piano de este siglo y ya se encuentra en plena madurez. Ofreció un programa monotemático en la primera parte dedicado al compositor Robert Schumann del que toco unas variaciones sobre un tema compuesto por su mujer Clara Wieck, y las que Brahms escribió sobre este mismo tema algunas de ella verdaderamente hermosas, aunque la monotonía sobrevoló en algunos momentos las sala, sin que se pueda decir que la ejecución no fue impecablemente transcrita. Después la obra de nuestro compositor, Enrique Granados, Goyescas, que sonaron magníficamente con la dificultad técnica que requieren. Ni que decir tiene que entusiasmó al público asistente. Con cada concierto, Perianes crece y crece más y hay que agradecerle su presencia siempre. Este concierto era dedicado a la memoria de Alicia de Larrocha que ahora en el mes de mayo hubiera cumplido la redonda cifra de cien años. Y permítaseme escribir unas líneas breves pero intensas sobre la talla de nuestra mejor pianista del siglo XX. Estudiante con Frank Marshall fue una suma especialista de la música española de su tiempo. Su dominio de Albeniz, Granados o Falla era antológico y de referencia. Ningún otro ni otra lo ha sabido interpretar tan españolamente bien. Pero lo más grande era que siendo o no consciente de que era maestra en tales pentagramas tenía la humildad suficiente para no quejarse cuando nadie decía nada de su magnífico Mozart o su Brahms ´,su Beethoven o su Bach o Scarlatti dignos de igual referencia. Fui consciente de ello – y perdón por relatar una anécdota personal- cuando estando yo en Bruselas en una tienda de discos de entonces buscando una versión de Zimmermann o Perahia ( ya no lo recuerdo con precisión de uno de los conciertos de Mozart para piano) el experto dependiente sin saber que yo era español me sugirió: ´¿Por qué no se lleva la versión de La señora de Larrocha que no tiene comparación? Me hizo caer del guindo y esmerarme en comprender que no solo era maestra en la música española sino catedrática en la universal. Era humilde seria pero encantadora de trato. Nunca se supo cómo con las manos tan pequeñas que Dios le había dado era capaz de sortear los mayores escollos de las partituras que exigen extensiones dificiles.Tuve la suerte de escucharla en vivo unas cuatro o cinco veces y de todas salí henchido de gloria por poder presumir de tenerla entre nosotros. Tendría unos ochenta y muchos años cuando la escuchamos en su último recital en Madrid. Imborrable. Que Dios La conserve en su gloria.
Cambiando de tema, ha pasado por Madrid la Royal Philarmonic Orchestra con su titular Vasily Petrenko al frente. Este se explayó en la segunda parte del concierto íntegramente dedicado a la sinfonía Manfred de Tchaikovski moviendo a sus masas con exactitud energía y matices para conseguir una espléndida sonoridad del instrumento y dar vida a la sinfonía en sí, aunque no se encuentra entre las de mi preferencia dicho sea a título personal. Pero en la primera acompañó a un violoncelista excepcional Narek Hakhnazarian en el concierto para cello de Dvora,. haciendo entre los dos una traducción original bellísima e impecable lo que condujo al éxito rotundo de la tarde. Lo mejor de la velada fue la propina que el cellista nos ofreció una página de Gaspar Cassadó (magnifico violoncelista español del siglo pasado) que como tal dejo fluir el cello en manos del artista armenio que extrajo del mismo todas las posibilidades que abarcarse pueden con el mismo. Atronadores aplausos le correspondieron con toda justicia.
Para terminar estos esbozos traigo ahora el excepcional concierto que ofreció el día 21 nuestra orquesta Nacional con el magnífico director que fue durante 9 años titular del conjunto, Josep Pons, dedicado íntegramente a obras de Ricardo Strauss. Cuatro últimos Lieder, Muerte y transfiguración y la suite selección de su opera Electra. La soprano Francesa Anne Sophie Dupreiss fue la encargada de llevar la voz de los cuatro últimos lieder, verdadera joya de la obra de Strauss y de la música alemana del romanticismo nacionalista. Lo tradujo muy bien sin tacha ni borrón grande a excepción de que no pudimos saber en que idioma estaban escritos los poemas, pues no vocalizaba muy bien. Pero esto es por decir algo. Siguió los pentagramas con un exquisito gusto, logrando timbrarse perfectamente con los violines teniendo que destacar pero sin llegar nunca al grito. Llego muy bien a las partes graves y en conjunto fue de sobresaliente. Como también lo fueron el poema sinfónico y la suite porque Josep Pons es un excelente director, se encuentra a gusto con la que fue su orquesta y la orquesta con el mantiene una gran complicidad y esto hizo que brillaran los diferentes bloques en todo momento. Únase a esto la belleza impresionante de las partituras y el resultado fue el de una velada redonda.
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