La orquesta nacional está en el medio de su temporada anual de conciertos y presenta este año junto a novedades poco frecuentes una programación interesante enfocada a varias intenciones: que se escuchen obras infrecuentes  de compositores como Ligeti, Nielsen o Korngold, que intervengan directores y solistas nuevos de primer nivel y que se ejercite la orquesta en obras de exigencia, claramente didácticas y predominio de la utilización de la mayor parte de los instrumentos.

    Esto se cumplió en gran medida en el concierto que voy ahora a comentar brevemente. Se prepararon dos obras de Leonard Bernstein. Halil y los salmos de Chichester, y se terminaba con los Cuadros de una exposición de Musorgsky, bajo la  batuta de Alondra de la Parra.

   La primera parte, una obra relativamente corta con intervención importante de la solista que fue muchos años la flautista titular de la orquesta, Juana Guillem. Esta pieza de reminiscencias judías pasó sin pena ni gloria pero valió para evidenciar la categoría de la flautista, que entusiasmó al público hasta llevarle a regalar una preciosísima obra de Fauré acompañada solamente del xilofón que fue ( para mi gusto personal) el descubrimiento de la velada. Le siguieron la más conocida obra del músico americano los salmos de chichester, muy bien interpretados por el coro nacional que estuvo empastado, bien conjuntado, entrando a tiempo y matizando muy adecuadamente cada uno de los tres salmos.

 Despues, Cuadros de una exposición, la archiconocida obra de Musorgsky escrita para el piano y orquestada por Maurice Ravel lo que la enriquece aportando esencias que son muy difíciles de obtener solamente al teclado. Debe hacerse mención lo primero a la directora, ya universalmente conocida aunque no sé si ha interpretado antes en España, Alondra de la Parra. Es la principal invitada de la Orquesta Sinódica de Milán y es hoy disputada por las mejores orquestas europeas. Su dirección es muy  firme expresiva y de una solidez  y dominio impresionantes. Así fue su traducción de los cuadros logrando sacar del pleno de la orquesta tutti maravillosos, matices increíbles en otros más lentos y cantábiles y dejando sonar a los diversos miembros de la orquesta que actúan solos (viento madera o conjuntados (percusión) y lograr que se escucharan a su antojo pero sin salirse dela métrica. Consiguió unos resultados increíbles hasta obtener una de las versiones mejores que he escuchado en mi vida. Directa  y simpática se fue con el aplauso entregado del publico y dejando tras de sí una estela de satisfacción. Que vuelva pronto. Enhorabuena.

adjunto remito articulo ya publicado