Estos días prenavideños no son los más adecuados para acudir al Teatro Real, por el gentío que cerca el centro de Madrid haciéndote insufrible llegar con coche, llegar a tiempo sin estrés, salvo que lo hagas en transporte público si es que no te cortan la Gran vía y con mucho tiempo de antelación cuando ni siquiera está abierto el teatro rodeado de autobuses de la televisión y jóvenes optimistas haciendo cola para poder a acceder al recinto para presenciar el sorteo de la lotería de Navidad. Pero esta vez la hazaña- llamémosla así valió y mucho la pena pues se está representando la opera de Donizzetti María Stuarda, una de las tres que el compositor de Bérgamo dedico a laos Tudor junto con Ana Bolena y Roberto Devereux. Las tres son características perfectas del bel canto y es curioso porque aun formando parte del repertorio tradicional han estado abandonadas en los últimos tiempos  y no se prodigan mucho. El Teatro aposto por María Stuarda y buen conocedor a mi entender de lo que se juega en esta ópera, ha contado con muy buenos mimbres para que todo funcionase se su sitio, tarea nada fácil.

Con dos repartos programados asistí al primero de ellos y tuve suerte. La dirección musical corrió a cargo del siempre solvente concertador que es el Director de nuestro teatro de la Zarzuela, José Miguel Pérez Sierra, con buenas razones para ser tomado en cuenta pues en realidad en esta obra la orquesta se limita prácticamente a acompañar  a los cantantes y a seguirlos dentro de los cánones del bel canto. La escena corrió a cargo de David Mc Vicar, escenógrafo de postín y de los cantantes hablaremos ahora.

Ha de mencionarse  antes de entrar en detalles que el libreto es muy fiel a la historia de la desgraciada Reina de Escocia. Recoge los momentos cumbres que la condujeron hasta el patíbulo y fabrica muy bien las escenas claves tiñendo la obra de trágico ambiente cuestión que supo captar el director de escena , proporcionando un paisaje oscuro solo aliviado por el colorido de los trajes , siempre de la época, a los que el compositor intenta y lo consigue dar la correspondiente replica. La ópera está llena de solos , arias dúos y maravillosos cuartetos, guiado por la trama pero desde el principio se  sabe de la tragedia. Para lograr estos resultados deben estar servidos por magníficos cantantes especialistas en bel canto y con voces y timbres sean los adecuados . Así se hizo y brillaron a gran altura. En primer lugar, la soprano protagonista, Lisette Oropesa una magnifica lirica coloratura que desde su primera intervención a finales del primer acto dio una verdadera lección de canto por adecuación y estilo, modulación fraseo y fiato con además, excelentes dotes de actriz, que se entregó completamente en el segundo acto prácticamente todo suyo. Le siguió a su nivel con enorme eficacia teatral la mezzosoprano rusa Aigul Akhmestina en el papel de la cruel reina  Isabel de Inglaterra de amplio registro y rotundos graves, plena en el centro con un derroche de voz y medios. Después las dos voces masculinas. El tenor español Ismael Jordi, que es un tenor lirico de anchura considerable muy bella voz y un precioso centro, que supo armonizarse en los dúos con la reina Isabel y no salir de la igualdad de condiciones. Ha mejorado en la mezzaavoce (aunque se le escaparon dos notas en falsete) y posee una espléndida línea de canto haciendo de su papel el conde Leicester una buena aportación. Le siguió con excelentes resultados el Giorgio Talbot de Tagilavini que siempre es una barítono seguro eficaz y todo terreno pues lo mismo canta Verdi que los belcantistas. Dijo su parte, extensa, con perfecta dicción y segura entonación ensamblándose muy bien en los cuartetos, Después, Los otros roles de los comprimarios se desarrollaron correctamente a la par que orquesta y el coro en sus pocas intervenciones.

Si a todo ello le unimos un montaje realista austero pero eficaz y una buena iluminación el resultado fue de sobresaliente. Ha sido un placer asistir y ser testigo del aplauso unánime y fervoroso del público que llenó la sala y que ya sabe cuándo se puede interrumpir con aplausos las intervenciones que los cantantes merecen sin aguardar a que caiga el telón. Feliz Navidad a todos los lectores.