Por estas fechas en las que escribo siguen en el coliseo madrileño las representaciones de la ópera de Verdi Rigoletto, en base sustancialmente en tres repartos para aliviar las voces de los cantantes, muchos en esta ópera. Hablaré de la del día 5 de diciembre con el, digamos, primer reparto encabezado por Camarena y Tezier en los papeles protagonistas junto a Adela Zaharia. Sin rodeos la preciosa opera de la madurez de su autor resultó musicalmente todo un acierto. Casi diría que estuvo a la altura de los mejores teatros del mundo pues conto con tenor, barítono, soprano, bajos y mezzo de primerísima categoría pudiendo con satisfacción presumir sin ambages de teatro de la opera de Madrid.
Javier Camarena es hoy en día uno de los mejores tenores de orbe. Su papel, del Duque de Mantua es el más arriesgado si falla la donna e mobil y no puede ni debe un teatro exponer a un tenor que no asegure completamente el éxito. Sonó redondo, matizado pleno en los agudos y adelgazado en los dúos como debe ser y desplegando excelentes cualidades de actor, aunque se me permita decir que su voz, preciosa y amplia me pareció como si tuviera ese día una ligera afectación, seguramente debida a l clima cambiante de Madrid. Apoteósicos, Ludovic Tezier en el rol protagonista, firme en todo momento, llegando a las partes tensas con total normalidad con fiato adecuado y sobrado de facultades y entregado a sus papel del que hace una creación sin salirse de las pautas de Verdi. Le siguió y brillo a su misma altura la soprano Adela Zaharia en el papel de Gilda yendo de menos a más hasta redondear la faena. Acertadísima en los dúos y conjunto y nítida y afinada cuando tocaba. Si a esto se añade el magnífico Sparafucile de Simón Lim bajo surcoreano y una buena mezzo para el papel de Madalena de Marina Viotti se completó el elenco de pleno éxito, lo cual hoy es muy difícil de obtene., Le siguieron los comprimarios (con excepción del rol del conde de Monterone que requiere una voz más rotunda) el coro y no menor la llevanza del director de la orquesta y el coro a ritmo y tempo con que tradujo la obra atento siempre a los cantantes.
Dejo para el final el borrón que supuso el montaje y la dirección escénica. A estas alturas de mi vida no me escandalizo de nada ni hago hincapié en los exóticos montajes de óperas en todos sitios en este siglo pero lo que humildemente no tiene un pase es iluminar unas telas , poner cortinas o personajes con máscaras acompañados de un ballet de chabacano mal gusto y peor danza que nada tenían que ver con el libreto de la obra mezclar todo ello para intentar enmendar la plana a Víctor Hugo, cuando todos sabemos de sobra de la moralidad de las cotres europeas de hace unos siglos. Se trató de emborronar aún más el panorama con unos figurines cada cual de su madre y de su padre y una iluminación que dio vida al engendro, como me refería antes. No obstante la mala escena no logró borrar el éxito rotundo de Verdi ,Director musical y los esplendido cantantes.
Para rematar la faena los rectores del teatro contrataron para una sola función a Marc Minkowsky y su orquesta les musiciennes du Louvre para que subiera a las tablas la opereta de Johan Strauss el Murciélago y los que tuvimos el privilegio de asistir disfrutamos como en los mejores momentos musicales de nuestras vidas de una función esplendida, cantada magníficamente, chispeante y aunque en versión de concierto fue semiinterpretada, dieron como resultado un conjunto difícilmente superable. Todos, cantantes coro de cámara del Palau y solistas., en su mayoría alemanes lograron el milagro de provocarnos la satisfacción de decirnos Feliz Navidad y Año Nuevo!!